miércoles, 29 de julio de 2009

7:00 a.m.

Lo odio. Odio el “ring” del despertador a las 7 de la mañana. Odio ese maldito ruido que te transporta a la realidad de golpe y con alevosía. ¡Qué rabia!
Ese ruido que te corta el sueño en dos cuando te encuentras en un país lejano vestida como una Geisha y ante una fila de pretendientes que pujan por pasar la noche contigo.
Entonces le das un fuerte golpe con toda la mala leche que te sale de dentro las entrañas e intentas volverte a dormir para descubrir el final de la historia, pero sabes que ya nada será lo mismo.
Lo odio. Tanto como cuando quien te despierta es el teléfono y sabes que al otro lado está tu madre dispuesta a darte la mañana, y el día entero si la dejas.
Aceptas que la mujer que te dio la vida te pregunte a esas horas que si has conocido a un hombre, si has comido cinco piezas de fruta o si te han subido el sueldo.
La mañana ya no empieza bien.
Cuelgas el teléfono con un suspiro y vendes tu alma al diablo por poder quedarte hoy en la cama, pero Lucifer no aparece cuando más lo necesitas así que te diriges a la ducha arrastrando los pies. Te miras en el espejo con cara de sorpresa, esperando quizá no encontrarte allí, y te estiras la cara y las ojeras recordando tiempos de cutis impecable.
Y cuando empiezas a cobrar vida debajo del agua, cuando decides ponerte tu champú caro para pelo castigado…entonces se corta el agua. Sin poder abrir los ojos gritas, abres y cierras el grifo de nuevo y vuelves a gritar. Sólo entonces recuerdas el cartel que leíste ayer en el ascensor: “A la comunidad de vecinos. Se informa que mañana de 7 a 14h. se procederá a cortar el agua de la escalera por reparaciones de tuberías comunitarias. El presidente”.

Exactamente, la mañana ya no empieza bien.

Gastas la garrafa de agua de 5 litros y el agua de la cisterna para enjaguarte el pelo. Ya vas tarde. Prepararas una cafetera pero te olvidas de ponerle café, te manchas la camisa blanca recién planchada (y era lo único que tenias limpio). Sales a la calle y llueve. Subes de nuevo a buscar un paraguas….
Vas muy tarde.
Y cuando llegas a tu puesto de trabajo te recibe la Sra. Armengol, tu medio jefa, con su cara de perro bulldog y ese semblante de “te salvo la vida”.

—Llegas tarde, una vez más. Y tienes una mancha en la camisa.


Y podríais pensar que estoy exagerando, que es imposible que en un solo día pasen tantas cosas. Señores y señoras creedme cuando digo que me estoy reservando la mitad de lo que me puede suceder en una jornada, que no quiero dar pena a nadie y que me queda mucho espacio por completar en este blog.

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