martes, 10 de noviembre de 2009

La apuesta sigue en pie.

Pues resulta que la apuesta sigue en pie. Mis dos amigos continúan con el jueguecito de quien me consigue la mejor pareja. Está clarísimo que a Laura le faltan puntos después de la última, aunque sea por mi culpa.
Y ahora le toca el turno a Marc. De este me temo lo peor.

La otra noche nos quedamos a cenar en mi casa. Una película a media tarde llevó a las cervezas y eso a una botella de vino y esa a pedir una pizza.
Estas veladas solo me demuestran que ya tenemos una edad.
Bien, aunque no os lo creáis nuestras conversaciones son interesantes y más cuando hace mella el alcohol. Podemos hablar de política, deportes, arte y cultura….pero por qué engañarnos, todos estos siempre desembocan en el SEXO. Y no me hagan exclamaciones que estoy segurísima que no somos bichos raros.
Y así entre puntos de vista, consejos y el cuestionario de rigor que siempre se le acaba haciendo al componente masculino del grupo (la experiencia es un punto) me suelta él mismo, Marc, que si estoy preparada para el segundo round. Es su turno. Había tenido la decencia de dejar la sorpresa para el final de la velada.
Me negué, pataleé, blasfemé como unos treinta minutos, pero no hay manera de que ese hombre se de por vencido.
Me juró y perjuró que su amigo no tenía nada que ver con las personas que conocía Laura y que me lo iba a pasar bien. Por su parte Laura se defendía y intentaba dejar claro que Horacio era una muy buena persona y que si la cosa no salió bien del todo no era por su culpa (eso lo tengo ya muy claro).
Así que a resueltas de la noche…tengo otra cita a ciegas con un tipo que se llama Ian (¿no conocerán gente con nombres más normalitos?) y que es representante. Según mi querido amigo es divertido, guapo y tiene mucho mundo. Eso quiere decir que yo a su lado voy a quedar como una cateta.

Ya me he vuelto a meter en otro berenjenal sin comerlo ni beberlo. Así que en dos sábados vuelvo a salir con alguien que ni tan siquiera conozco y que no me apetece nada conocer.

Se que mi madre se enterará de alguna manera. No se como lo hará ni que poderes mágicos tiene para siempre saberlo todo, pero lo hará. Y me llamará y me aconsejará y me sermoneará. Y al día siguiente a la cita querrá saber como ha ido todo y los detalles más insignificantes. Recalcará cada uno de mis errores y si la cosa es un desastre, otra vez, quizá tengo un poco de suerte y me retire la palabra durante unos días.
Todo eso es lo que más temo.

2 comentarios:

Zero Kelvin dijo...

Oiga... esperamos los resultados... ni que sea unas pinceladas locas e impresionistas (o impresionantes).

Ayss esta chica...

milagros dijo...

Eso, estamos esperando...

 

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