miércoles, 2 de junio de 2010

Último miércoles

Va a ser mi última visita. A partir de hoy me despido de este sofá donde tantas horas he estado sentada y contando mi vida y mis extrañas reflexiones a este paciente terapeuta.
Y aunque esperaba que al contarle mis planes me tomara, también él, por una chalada que no sabe lo que realmente quiere, me ha animado y apoyado completamente en mi idea.
Quien lo iba a decir. Supongo que cree que es la única manera de deshacerse de mí. Y, aunque al principio tenía mis dudas, le he contado hoy también que espero despertar como persona y que espero simplemente vivir. Me entiende, o eso dice.
- Por cierto, ¿qué tal fue la boda de tu hermana?
- No creo que ella lo quiera llamar boda, pero creo que nunca había visto una fiesta tan bonita.
Apenas unas 50 personas nos juntábamos en los grandes jardines de un parador ubicado en un desfiladero que da al mar. Desde esa altura se ven las olas del mar Mediterráneo chocando contra las rocas y provocando un sonido hipnotizante. El lugar tiene su propia historia de amor que viene de bastantea años. El cuento dice que un hombre adinerado vivía en esa casa con su mujer a la que adoraba. Cuando ella murió de una larga enfermedad, se encerró entre esas paredes triste, solo y esperando que se lo llevara la muerte a él también para volver al lado de su amada. Dicen que cada día cortaba una rosa del jardín para llevarla a la tumba de su esposa hasta que una tarde de primavera, cuando el mar estaba en calma, ella le tendió la mano y se fueron para siempre. Desde entonces crece un rosal bajo el árbol donde está enterrada ella.
Sí, lo sé, demasiado. No tenéis porque creerla. A mí me pareció romántico. Pero ya me conocéis…
Bien, pues a unos metros de ese rosal mi hermana sellaba su matrimonio con Olga, vestidas las dos con unos vestidos largos de sedas y gasas que se movían al compás del viento del atardecer. Sin tradiciones ni ceremonias largas y engorrosas. Sólo vino, deliciosa comida y buena compañía. Música tocada por un grupo con talento aún no descubierto y solo reconocido en pequeños locales. Simplemente. Perfecto.
Nos quedamos a dormir en el hotel ya que mi madre estaba un poco pasada de cava y tan feliz que nadie se atrevió a pararla, a pesar de lo esperado creo que fue la que mejor se lo pasó. Incluso mis padres hicieron un mini discurso y un brindis en honor a las homenajeadas y podría llegar a asegurar que a mi madre se le escaparon unas lágrimas.
Al día siguiente le dimos dos Ibuprofenos y nos la metimos en el coche para devolverla a casa. Me ha pedido que borre todas las fotos que la delatan. No lo he hecho. Siempre es bueno tener un as en la manga.
Mi hermana debe estar ahora tumbada bajo el sol de una playa cristalina de Bali pero me ha prometido que llegará antes que yo me marche para despedirse de mí.
Y a mí…sólo me queda unos días de trabajo, despedirme de la Sra. Armengol sin sonreír para que no se note cómo de feliz me hace deshacerme de ella durante un tiempo, preparar una maleta y mirar hacia delante.
- ¿Sabes? –me dice el hombre que me ha estado escuchando durante dos años una vez por semana- creo que te voy a echar de menos.

2 comentarios:

La Pe dijo...

Yo també.

La Floren dijo...

i jo també.

 

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