viernes, 18 de junio de 2010

Los principios

Hoy sí llueve, of course.
Parece mentira que nos encontremos en estación veraniega porque yo no me quito la chaqueta de encima. Aún no se me ha pegado lo de los ingleses que cuando sale un rayo de sol se empecinan en sacar el vestuario playero. Ellos contentos con sus bermudas mostrando esas piernas blancas que Gran Bretaña les ha dado. Ellas con vestidos de tirantes y las sandalias más abiertas presumiendo de pedicura apresurada. No les dura demasiado la ilusión ya que cuando cae la noche se abren los bolsos y se sacan chaquetas y fulares que se han cargado durante todo el día. Aquí no sirve para nada un bolso pequeño, no. Debes salir de casa como si no supieras dónde y cómo acabará el día. Kit de supervivencia le llamo yo.
Llevo aquí casi dos semanas y voy entrando en situación. Por las mañanas voy a clases de inglés. Es una escuela cutre, céntrica, de las más baratas, pero no está nada mal. Somos unos cuantos procedentes de España y entre nosotros nos preguntamos porque salimos corriendo de allí. Cada uno con sus circunstancias, pero todos con ganas de más.
Los primeros días los pasé en un hostal bastante formal y limpio donde se podía ver, desde alguna ventana privilegiada, Regent Park. Lo lleva un matrimonio mayor, sin hijos y que aprovechó una herencia de ella. Amables y cariñosos con los huéspedes me hacen cambiar de opinión sobre la frialdad de los ingleses. Aunque él, Tom, se repite que en su caso es diferente porque es escocés. Buenas historias y una vida en común que me gustaría contaros alguna vez, pero creo que con la confidencialidad que me lo explicaron no me permite pasar de aquí.
Podría haberme sentido muy sola estando en las condiciones que me encuentro, por alguna razón no ha sido así.
Hoy llevo mis pocas pertenencias al que va ser mi hogar durante un tiempo en esta ciudad. Existe una web hiperfamosa y usada para todo donde he estado inmersa durante dos días buscando una habitación donde pudiera estar tanto de forma horizontal como vertical y al mismo tiempo guardar mis cosas y dormir sin necesidad de echar el cerrojo. Creo haberla encontrado. Sólo he visitado 2 casas antes. Una de ellas contaba que estaba situada en un barrio tranquilo, sin ruido y rodeado de parques y jardines. Me encontré en un callejón sin salida, estrecho, mugriento y subiendo a un apartamento construido en un almacén trasero de un restaurante. Si no hubiera sido porque la habitación por alquilar olía completamente a fritanga…tampoco hubiera estado tan mal. El otro…bien, vamos a decir que creo que la convivencia allí no hubiera sido posible. Casa victoriana regentada por loco y dos brujas que se matan entre ellas no aparecía en el anuncio. Con el tercero perdí toda esperanza y creí que tendría que subir bastante más mi presupuesto para vivir en condiciones. Pero fue amor a primera vista. Mi habitación, como las otras dos, da al jardín. No es un palacio pero cabe un armario, una mesilla de noche y una cama doble (si nos ponemos optimistas) perfectamente. Y los que van a ser mis compañeros de piso son normales. Y digo normales como cumplido y en el mejor de los sentidos porque hoy en día es lo que más escasea. El piso pertenece a Lucy, una galesa que trabaja en publicidad en la City y que parece sentirse orgullosa de ella misma. Quizás se me pegue algo. Fue una anfitriona amable, educada y amigable. James, el otro habitante de la casa (me ha salido el ramalazo de Gran Hermano) es un gay declarado, dulce y que me preparó una cena exquisita cuando solo debía mostrarme lo que sería mi habitación. Es el chef de un buen restaurante en el Sojo donde mezclan comida oriental con la Mediterránea o con lo poco que pueden aprovechar de la inglesa. Estuvimos hablando durante horas y compartimos una botella de vino. Eso fue lo que me acabó de decidir. Si supierais cuánto cuesta una buena botella de vino en esta ciudad me entenderías. Sí, repito, amor a primera vista. Tanto con la casa como con ellos.
Así que aquí estoy, deshaciendo mi maleta y ordenando mies cajones que de momento parecen tan vacios, pero que poco a poco seguro que se irán llenando.

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