miércoles, 20 de enero de 2010

1+1= Multitud?

Cuando vives en la treintena pasas a tener dos tipos de amigos.
Los solteros con los que sales de fiesta, con los que te vas de vacaciones o los que siempre puedes hacer planes en el último minuto.
Luego están los que ya se han casado y tienen hijos o los esperan. Esos que te hacen sentir que el mundo gira demasiado deprisa y tú te quedas atrás sin saber porqué y sin darte cuenta.
Cuando quedas con una de esas parejas te miran con cara de lastima mientras ellos abrazados se tocan la barriga de 7 meses y te cuentan los nombres que tienen en mente y la decoración de la habitación de su futuro retoño.
Ellos que te intentan liar con sus otros amigos solteros sin pensar siquiera que quizá, remotamente, estés a gusto como estés.

Bien pues, el viernes pasado me invitaron a cenar a casa de unos amigos de esta segunda clase donde asistieron 3 parejas más con sus barrigas sietemesinas y sus respectivos hijos.
Recordarme que la próxima vez me quede en casa depilándome las piernas.

Porqué llegué a ser la única sin marido, sin hijo y sin hipoteca asistiendo a la cena no lo acabo de entender muy bien. Lo que sí se es que estuve sentada entre medio de una poltrona con un bebé que intentaba meterse la cuchara en la boca sin mucho éxito y un niño de unos 4 años que Bin Laden le llega a la suela del zapato.
Las conversaciones, que distan mucho de las que tenemos con Laura i Marc donde siempre acabamos hablando de lo mismo, se basaron en la compra de vivienda y sus respectivas reformas, en los colegios públicos y privados, en los gases, pañales, dientes, otitis, restriñimiento y otras causas del insomnio y de los partos. Cuando llegaron a esa parte fue suficiente para mí. Si ya no era suficiente desagradable escuchar detalladamente la rotura de aguas, cada centímetro de dilatación, dolores, almorranas, puntos, etc…, solo me faltó escuchar al orgullosos padre de familia decir que lo había grabado todo en video.
Y sí, me asusté de tal manera al pensar en la sesión cinematográfica que decidí salir por patas.

Y me marché dejando atrás los gritos de los niños malcriados mientras tiran los espaguetis al suelo y provocan las carcajadas de sus padres, me marché con una camisa de seda blanca y nueva llena de papilla porqué el comensal de mi derecha no domina muy bien sus reflejos, me marché del ambiente sin tabaco y sin tacos, me marché dejándolos a todos con su felicidad de familia de serie de televisión.
Y en cuanto puse un pie en la calle me encendí un cigarrillo y llamé a Marc y Laura porqué lo que más me apetecía en aquel momento era tomarme una copa con ellos y hablar de cualquier cosa que nos llevará al tema sexual (con protección que ya nos ha quedado claro en que acaba todo).

Quizás algún día mi vida esté llena de pañales y espaguetis pegados en la alfombra y quizás sea la mujer más feliz del mundo, pero hoy sin todo eso también lo soy. Vamos a disfrutarlo.

2 comentarios:

milagros dijo...

Sé lo que quieres decir. Aunque yo he sido madre durante muchos años, no he soportado nunca las clásicas conversaciones entre amigas sobre los maridos, niños, hipotecas, subida de la luz... Continuábamos hablando de nuestras inquietudes, deseos, decepciones, trabajo...
Al final es siempre lo mismo: se es o no se es.
Un abrazo

La Pe dijo...

Pues sinceramente yo si lo he hecho, yo soy como Tesa y la mayoria de mis mejores amigas son del segundo grupo, casadas (rejuntadas) con niños e hipoteca...y ciertamente gran parte de las conversaciones versan sobre esos temas.....si, a veces a mi también me gustaría tener a un Marcy a una Laura...aunque algo parecido tengo, por suerte!!!

 

Con mis pies en el suelo | Creative Commons Attribution- Noncommercial License | Dandy Dandilion Designed by Simply Fabulous Blogger Templates